Se realizan investigaciones en una antigua aldea de Teotihuacán en Coyoacán

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realiza una investigación a los restos de una aldea de 1,700 años que perteneció a Teotihuacán y esta ubicada en Xoco, dentro de la alcaldía Coyoacán.

Alberto Mena Cruz, arqueólogo, informó que el área potencial es la sección sur del predio Universidad 1200, donde se inició el asentamiento prehispánico de Xoco, “Lugar junto a los tejocotes”, en Coyoacán.

El espacio tuvo un lento proceso que inició alrededor de 100 d.C., con el advenimiento del Estado de Teotihuacán en la época Clásica.

Los restos arquitectónicos, las piezas líticas, la tipología cerámica, y enterramientos que registraron en los frentes de excavación, nos muestran que esta pequeña aldea teotihuacana tuvo su auge hace mil 700 años, entre las denominadas fases Tlamimilolpa y Xolalpan (225 – 550 d.C.).

Después de varias investigaciones se pudo identificar diversos contextos como: huellas de antiguos arroyos que se alimentaban de los ríos Churubusco y Magdalena; evidencias de unidades habitacionales; círculos de piedra que tenían como función ritual o para contener el agua, y enterramientos humanos, así como de un par de cánidos.

Los trabajos arqueológicos están concentrado en 40 por ciento del terreno (que abarca aproximadamente 45 mil m²), allí se han removido grandes volúmenes de tierra. Algunas excavaciones miden 14 m x 10 m, las demás alcanzan una profundidad de 4.50 m. Los contextos teotihuacanos pueden encontrarse en promedio a 1.50 m por debajo del nivel de calle.

Uno de los jóvenes arqueólogos asignados a estos frentes de excavación, Víctor Vargas, afirmó que es posible apreciar la conformación de los conjuntos teotihuacanos: cuartos dispuestos en torno a un patio central, cimientos que quedan de las habitaciones, muros con un ligero talud, fabricados con basaltos careados; una superficie en los cuartos compuesta de un firme de arcilla al que sigue otro de piedra bola, y sobre éste, un piso de estuco con gravilla de piedra pómez.

En los 30 entierros fue identificado un patrón de enterramiento para la Cuenca de México en la época teotihuacana. Fueron localizadas las inhumaciones asociadas a concentraciones de cerámica y figurillas (las que rompieron de forma intencional) y a muros; tres de ellas alrededor de elementos circulares que tuvieron una función ritual. Tales círculos -de 1.50 m de altura- están fabricados en piedra bola unida con lodo y tienen una oquedad cuadrangular.